sábado, 21 de abril de 2012

Un poco más lento


Es la historia de un chaval un poco más lento que los demás. Ha conseguido superar etapas educativas que se les han atascado a otros en teoría más avispados. A base de esfuerzo y ausencia de maldad.
Al otro lado del ring de la vida se han colocado los adolescentes tardíos que prefieren experimentar hasta bordear la adicción y esquivar a los diferentes por temor a que se les pueda contagiar algo tan peligroso como la fuerza de voluntad.
Y cada día ha de noquearles careciendo de picardía y malas intenciones. Dura batalla para alguien que vive en una familia que dispone de los justo y en la que se lucha contra la enfermedad con el mismo tesón con el que él se busca la vida para ir a clase.
Un lugar donde pasa sus días solo porque los otros, aunque lo disfracen de burla y desprecio, le tienen miedo.
Miedo porque él no piensa ni actúa como ellos, miedo porque necesita un esfuerzo adicional para salir adelante y lo hace, miedo porque no ha decidido perderse por caminos fáciles y ha elegido la senda con dificultades que le lleva a ser lo que quiere ser.
Basta ya de culpar a la sufrida coyuntura socioeconómica. Nuestros males no empiezan en la prima de riesgo y las expropiaciones. Nuestros males empiezan en nuestra educación. Y no en la de las aulas recortadas sino en la del entorno familiar y afectivo.
Una sociedad que enseña a sus hijos a despreciar al débil, a apostar siempre al caballo ganador y a marginar al diferente nunca llegará a conocer la fortaleza de los que se esfuerzan, la riqueza de los que nunca serán líderes ni lo especial que puede resultar quien no es igual.
Seguiremos siendo unos ignorantes. Independientemente de la coyuntura. Solo espero que ese chaval consiga alcanzar su sueño. Y que todos lo veamos.

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