martes, 3 de abril de 2012

Mala racha


Dudaba entre titular por la mala racha o por el mal de ojo. Al final me he decantado por la opción menos supersticiosa… aunque quizás haya sido por pura superstición o simplemente porque en el mal de ojo intervienen la envidia y la mala leche mientras que en la mala racha parece que la cosa viene de algo más elevado y etéreo.
¿Casualidad? ¿Causalidad? Hay etapas en la vida en los que a uno no le queda más consuelo que el socorrido “no hay mal que cien años dure”. Porque, de repente, todo va mal. Y no parece que la cosa vaya a tener arreglo.
De esas circunstancias más o menos pasajeras he descubierto que viven sectores enteros. Solo hay que darse un zapping de madrugada y detenerse breves instantes en los diferentes ‘tarotistas’ para oír el  “Estoy pasando por una mala racha” o, en el caso de las más tímidas, “Mi amiga está pasando por una mala racha”. A continuación viene la descripción de sucesos, circunstancias y situaciones que corroboran el mal momento. A mayores desgracias, más tiempo corriendo el taxímetro del 806 de turno.
Es así como, nada más colgar, la mala racha no solo no ha desaparecido sino que se ha agudizado en su vertiente económica (una de las más recurrentes en el último lustro). Profundizando, profundizando llegamos al fondo del pozo en poco tiempo.
¿Y por qué no mal de ojo? Porque no hay quien tenga tanto ímpetu en estos tiempos como para poder sacar adelante tanto trabajo como para hundir a tantos semejantes en tanta miseria.
La cosa está tan extendida, se oye tanto y en tantos mentideros que yo abogo por los factores ambientales. Como decía mi abuelo, “lo lleva la atmosfera” (sin tilde, por supuesto). Y así, en este aire viciado por el desánimo, no hay quien salga de la espiral colectiva de la mala racha. Ni siquiera queda el consuelo del íntimo desasosiego. Aunque, bien pensado, a río revuelto, ganancia de ‘tarotistas’.

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