viernes, 10 de febrero de 2012

Partidarios y detractores


Que vivimos en un país gris en el que nos esforzamos por ubicarnos en el bando blanco o en el bando negro no es novedad. Parece que vivimos con una necesidad imperiosa de ubicarnos en uno de los dos lados de la frontera (el nuestro o bueno y el otro o malo) para no quedarnos desenganchados del rebaño.
¿Qué pasa si a alguien se le ocurre decir que Garzón ni fu ni fa y que le parece que ha hecho cosas bien pero que la sentencia se ajusta a derecho y es, por tanto, justa? Pues que le tachan de loco. “Fascista”, dirán unos. “Rojo”, dirán otros.
Simplemente porque no ha catalogado a Garzón como “bueno” o “malo”.  Hay que tomar partido. O por los que defienden lo exacto de la sentencia o por los que defienden la inefabilidad del exjuez. Porque no hay medias tintas.
En este país no se puede pensar que el jurista tuvo aciertos y desatinos en su ejercicio profesional. O es un héroe defensor de los derechos humanos y perseguidor de terroristas y corruptos o es una diva que solo ha buscado la fama a través de procesos con tintes de megalomanía.
En estos días la línea que traza la divisoria entre las dos Españas la ha trazado el exjuez Garzón. A un lado sus partidarios (que se han apoderado del ideario progresista, de la república y del concepto de izquierda), al otro sus detractores (tachados por los otros de fascistas mientras que ellos alegan que la sentencia aplica la ley vigente y que la justicia es para todos, sin excepción).
Si ha optado por no posicionarse sepa que es diana de unos y otros. Partidarios y detractores se unirán contra usted por no comprender que prefiere analizar en vez de prejuzgar.

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