miércoles, 15 de febrero de 2012

Alguien miente


Se fueron los anteriores dejando al enfermo a medias con el tratamiento. Envenenado, como corresponde al momento que atravesamos, y lleno de incógnitas, como no podía ser menos.

Ha llegado el nuevo equipo y ha optado por la cirugía. Radical. Con cada recorte encuentran nuevas células afectadas por este crítico cáncer. Hay que seguir recortando. Tanto, tanto que al final queda la sensación de que nos están amputando como sociedad.

Esta cirugía tan conservadora no se quiere arriesgar a que células malignas escondidas bajo las alfombras de los despachos sigan arrastrando a este enfermo hacia una inevitable muerte al estilo griego. Mientras, el enfermo soporta de un lado y de otro las mutilaciones, los tratamientos invasivos y técnicas de choque de dudosa eficacia.

El cirujano se escuda en que al abrir al paciente se encontró con que el anterior equipo médico no había comunicado el alcance real del tumor. Casi dos puntos porcentuales de diferencia entre lo que unos y otros veían mantuvieron al nuevo equipo reunido en gabinete de crisis durante días en los que el paciente desesperaba esperando la panacea milagrosa.

Y la paciente sociedad empezó a hartarse al ver que cada vez le quedaban menos opciones de recuperación. Aunque, al tiempo, aguantaba estoica por ver si aun perdiendo un brazo podía continuar dignamente en pie y salir adelante.

Pero faltaba el tercer equipo en discordia. Iniciada la cirugía y sin vuelta atrás llega el equipo europeo a decir que los equivocados en el alcance de la enfermedad son los últimos en llegar. Incluso sugieren que han mentido al paciente para ponerle en lo peor y que asuma las mutilaciones como un mal menor.

Horas después, rectifican. Demasiado tarde. El paciente solo tiene la certeza de que alguien miente y no sabe si saldrá de esta.

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