miércoles, 29 de abril de 2015

Pizza para cenar


¿Sabes lo que es un día de “pizza para cenar”?

Seguro que sí.

Y no, no es eso de que te sientes chispeante y esta noche te vas a esa pizzería que te encanta a cenar con alegría. Eso está bien (muy bien), pero no es un día de “pizza para cenar”.

Ponte en situación. Empieza el día. Llegas al trabajo, tarde, pensando que tienes por delante un día agobiante. Te equivocas: la cosa es mucho peor y la asfixia llega a superarte antes de llegar siquiera el mediodía. 

Sales por la tarde, con los nervios pinchándote a nivel de piel y repasando el árbol genealógico de más de dos personas. Respiras hondo y llegas a la siguiente etapa.

¿O batalla? En casa las cosas no van mucho mejor. El pequeño tiene que hacer un trabajito con lentejas y cola blanca que requiere la formación de un equipo interdisciplinar en la mesa del comedor. Entre tanto, el mayor anuncia que la tinta de la impresora se ha acabado (¿no será que se ha secado de puro aburrimiento?) y mañana tiene que presentar un trabajo a las 9:00 A.M.

Despegas las lentejas que invaden tu cuerpo, pegaditas a tus nervios, mientras descubres con pánico que casi son las 9:00, pero P.M. Tu pareja te dice: “Ve tú. Yo me ocupo de esto”. No sabes qué es mejor: la visita de última hora al híper donde esperas encontrar justo ese consumible que evitará el cero patatero del mayor o quedarte en casa con la lucha lentejil.

Sales de casa, llegas al único local abierto y, por supuesto, ya no fabrican el cartucho para tu impresora. Vuelve la asfixia. Llamas a casa: “¿Compro una nueva?”. “Compra lo que sea y vente para casa que mira qué hora es. ¡Ah! Y no te olvides de coger un par de pizzas para cenar”.

Lo lograste: a las 22:27 estáis todos reunidos alrededor de la mesa de centro (las lentejas siguen en la mesa grande, junto con la impresora nueva y todos sus envoltorios), comiendo pizza. Respiras hondo y superas la última etapa.


Este es un día de “pizza para cenar”. 

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