Hace mucho tiempo que no me fío de ellos. Me he dado cuenta
de que me utilizan a través del único papel mío que realmente les interesa: mi
humilde voto. Una vez depositado en la urna creen que tienen patente de corso
para hacer lo que les venga en gana. Y me olvidan.
Para muchos el desencanto no ha llegado a tanto, no se creen
olvidados y creen que la cosa va por barrios. Se frotan las manos ahora los
socialistas viendo cómo los dineros de los populares están bajo sospecha. De
los políticos de ese lado, lo entiendo: por lo menos disponen de unas semanas
fuera del centro de la diana. Pero de los votantes, no: ¿por qué olvidamos los
casos de corrupción tan rápidamente cuando los corruptos son de los nuestros?
Es más, ¿cómo que “de los nuestros”? Ni unos ni otros. Ni
derechas ni izquierdas. Ni españolistas ni nacionalistas. Todos nos han
mentido. Todos han jugado con nuestra ingenua ilusión de una mañana de domingo
cuando hemos ido a votar con el ánimo de construir algo mejor.
Pero, todo hay que decirlo, ellos sí que han conseguido
construirse algo mejor, pero solo para sí. Justo lo contrario de lo que se
espera de alguien que dedica su vida a sus conciudadanos. Bueno, han arreglado
la vida de los más próximos, eso sí. Y los demás que arreen.
Esto suena más a enfado irracional que a análisis político
racional. Lo sé. Pero ante conductas tan aborrecibles de uno y otro lado y
durante tantos años, ¿qué nos queda? ¿Ese muchacho de nuestro pueblo que
sabemos que sí se ha dejado los cuernos intentando mejorar las cosas? ¿Aquél
idealista que no llegó a nada porque no aceptó la práctica de los sobres?
Para cada uno de esos conocemos a otros cien que han hecho
de la política una carrera profesional en la cual ganar un sueldo y diez de
ellos que han buscado atajos para enriquecerse gracias a los puestos para los
que los elegimos.
Sí, no es muy racional. Pero la desconfianza es lo que
tiene: al final, cabrea.
Te engañas: El único papel tuyo que realmente les interesa no es tu mi humilde voto sino tu no tan humilde certificado de retenciones. El primero es solo para que te engañes a ti misma y no pidas cuenta del segundo
ResponderEliminarVaya, visto así, es la primera vez que le intereso a alguien por mi dinero. Peor me lo pones: definitivamente, me estoy haciendo mayor :-(
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