martes, 10 de febrero de 2015

Insomnio


Tic tac, tic tac… Pero, ¡qué diablos! Desde que se inventaron las máquinas de marcianitos de bolsillo no he dormido con un despertador de cuerda. Es imposible que esté oyendo ningún tic tac.

Pero en medio de la ofuscación inicial no caigo en que mi despertador es digital hasta que compruebo la hora por octava vez y son ¿las dos? Es cierto, estos números son absolutamente silenciosos, ¿qué será entonces?

Harta de intentar no dar vueltas para no moverme mucho del hueco ya caliente de la cama tomo una gran decisión: a probar al sofá. Incremento la magnitud del error encendiendo la televisión. Después de esquivar teletiendas (aún no es la hora de los conciertos íntimos sobre alfombras orientales) acabo medio enganchada a un reality norteamericano que hace parecer angelitos a los grandeshermanos vip.
Claro, así las musas del sueño están tan lejanas como las de la redacción brillante. Las tres y media. 

Constatado el fracaso del sofá, rubricado por un frío nada acogedor, vuelvo a buscar hueco en la cama.

El calor de las dos se ha esfumado tras el experimento del sofá y vuelve el tic tac. ¿Estaré, en realidad, dormida y estoy en medio de un sueño en un mitin de Pablo Iglesias? Ay, ya no sé qué pensar.

Las cinco menos cuarto. El tiempo se acaba y no he conseguido dejar de pensar en que estoy despierta. ¿Porque estoy despierta, no? Vuelvo al sofá en un mar de dudas sin volver a cometer el error de la tele y con dos mantas.

Nada. Imposible. No hay manera de tener tapados los pies y la espalda al mismo tiempo. Puestos a sufrir y viendo que queda menos de una hora para las 06:47 (definitivamente, el despertador es digital y no puede hacer tic tac), vuelvo a la cama. Al menos aquí la manta tiene la envergadura suficiente.

Y, entonces, alrededor de las 06:12, sucede: me duermo. Y no solo eso: sueño. Me despierto sobresaltada a las 06:35.

Sí, el sueño, efímero e intenso, ha sido pesadilla. Casi estaba mejor despierta. ¿O no?


Ahora lo veremos. Tengo todo el día para comprobarlo.

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