miércoles, 20 de febrero de 2013

Válvulas



Salgo. Cojo el coche. Ya es de noche. Hace frío. Llueve a ratos. El día ha sido pesado. ¿Más de lo normal? No. A fin de cuentas, ¿qué es normal?

Parece que todo el mundo camina solo por la calle. Nadie habla con nadie e incluso los dedos no se deslizan por pantallas de smartphones a causa del frío. Para acabar con esa sensación de infinita soledad, acuciada, sin duda, por el cansancio, pongo la radio.

Cruza ante mi vista un corredor, desafiando a la noche, al frío y al día duro que precede a su carrera sin meta. La casualidad, ¿existe?, pone la banda sonora: empieza a sonar en una cadena de viejos éxitos Eye of the tiger

Y entonces toda la perspectiva cambia y la calle se convierte en una puesta en escena preparada para el corredor. ¿Qué es lo que le anima a salir a estas horas? ¿Con un tiempo de perros y sin buscar, evidentemente, ninguna medalla olímpica?

El pundonor, el sentirse mejor, saber que hoy va a hacer algo para sí mismo y que le apetece. Sin recibir órdenes, sin sentirse presionado por presupuestos o plazos. Solo porque quiere y porque es el tiempo que tiene para él. Aunque fuera llueva, aunque el sofá le llama a gritos mientras se ata las zapatillas, aunque el cansancio atenaza sus piernas, ha sido más fuerte su necesidad de escapar y de sentirse libre.
Muchos han encontrado en el deporte urbano esa válvula de escape que les permite huir de la rutina, de los “más de lo mismo” de cada día y, de paso, coger fondo y forma, algo que no está de más visto lo visto.

Se va acabando la canción y otros corredores han ido tomando el relevo al que apareció con los primeros compases. De momento, habrá que conformarse con mirarlos desde el coche y ponerles la banda sonora. El tiempo dirá si algún día acabamos al otro lado del parabrisas. El lado de los valientes.

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