La rebelión de las máquinas empieza con la lavadora. Un
maldito aro se ha sumado a algunos calcetines extraviados a lo largo de los
lavados y ha sido la gota que ha colmado el tambor. Ya no gira y ha encerrado
en su interior a la pobre ropa blanca que no tiene la culpa de nada. ¿O no
tiene que ver con el aro?
Calculo cuánto tiempo hace que se compró esta máquina
infernal. Por supuesto, han pasado los dos años de garantía y el servicio
técnico me comenta que venir a ver al enfermo cuesta cincuenta euros. Y
después, ya veremos. Trago saliva y decido abrir un debate en el ámbito familiar
antes que tomar tamaña de decisión a solas.
En medio de tanta reflexión oigo un ruido de fondo. Como un
coche que quiere arrancar y no lo consigue. Pero, ¿dentro de casa? ¡Cielos, el
lavavajillas!
La vajilla y la cristalería están cubiertas por una informe
capa blanquecina y los cubiertos no recuperarán su brillo ni con limpiametales.
Un olor a quemado se extiende por la cocina. ¿Será el lavavajillas o seré yo?
“El debate familiar va a parecerse a un debate sobre el estado de la nación”,
preveo mientras preparo un café. “Cof, cof ,cof”. También la cafetera se suma a
la revolución.
No puede ser casualidad. ¿A qué se deben tantas
coincidencias? Pues a que la coincidencia no existe: adiós a las neveras que
duraban treinta años, a las tostadoras heredadas y a los coches eternos. Ahora
las máquinas duran un par de temporadas, como un abrigo de marca low cost. Justo
hasta que termina su garantía.
Y todo está programado. Cuando se crea un aparato también se
programa su sentencia definitiva. Su vida tiene una duración acorde con las
necesidades de los fabricantes. Y esta práctica, conocida como obsolescencia
programada, es la que ha cambiado nuestras costumbres: hemos pasado de cuidar y
mantener los aparatos al esquema consumista de usar y tirar.
Tal y como están las cosas habrá que replantearse el modelo.
Un poquito de moral empresarial y racionalidad tampoco nos vendrá mal. Algo
bueno tendrá que traer la crisis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario