lunes, 11 de junio de 2012

Gratificación inmediata


El “quiero-tengo” va más allá de lo mal que hemos educado a las generaciones de la España democrática en pleno auge del capitalismo exacerbado. Estas generaciones han vivido acostumbradas a recibir al instante, sin esfuerzo y sin contrapartida, todo lo que solicitaban de unos padres que se escudaban en un sufrido “que a mis hijos no les falte de nada”.
Esa forma de educar ha alejado cualquier tolerancia a la frustración y ha originado un total desconocimiento de qué es el esfuerzo y de que el valor de las cosas va mucho más allá del precio.
En fin, esa batalla que parecía perdida se va a ganar ahora como consecuencia de esta nueva realidad de rescates, créditos o intervenciones. Todo va a cambiar y ya no va a ser tan fácil obtener los caprichos a golpe de deseo.
Pero la necesidad de obtener una gratificación inmediata ha excedido a esas generaciones  y al mundo material y nos ha alcanzado a todos en forma de ansia por saber, por recibir respuesta, por estar siempre conectado.
No hace muchos años sabíamos el horario de paso del cartero  y podíamos calcular el tiempo (medido en días)  que tardaría una carta a llegar a su destino. La respuesta a nuestras inquietudes podía tardar una semana. Y sobrevivimos.
Poco a poco, se fue abaratando el teléfono, se hizo móvil (ya no llamabas a las casas sino a las personas) y ya se fue exigiendo que la disponibilidad y respuesta del otro fuese inmediata. Así, hasta llegar a los actuales sistemas de chat instantáneos, después de atravesar la era del email y del sms, así, decía, nos hemos ido encadenando a un mundo virtual con disponibilidad 24x7 del que requerimos respuesta inmediata y que nos ata a la esclavitud de la cobertura.
Tenemos la necesidad de saber y recibir respuesta inmediata a todo lo que tuiteamos, ponemos en nuestro muro o pasamos por el chat. Una excelente forma para sentirnos permanentemente monitorizados, siempre insatisfechos y totalmente ansiosos. Tratamiento: desconectarse y recobrar el sentido de la paciencia y el esfuerzo.

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