martes, 20 de marzo de 2012

Al pie del cañón


Los griegos tienen tendencia histórica y no han dejado de recurrir al suicidio como salida última, definitiva y sin retorno a las situaciones que les rebasan. Aún con un pasado intenso en este tipo de soluciones, hasta hace poco eran un feliz reino, perdón, república del sur que andaba a la cola de las estadísticas de suicidio.
Hasta que llegó la crisis y la tendencia devino en desastre: la muerte autoinducida aumentó un 40% en el país heleno. Según comenta un viejo amigo, lo que ocurre en Grecia es un espejo de nuestro futuro con apenas unos años de adelanto. Pero puede que en esto se equivoque (espero que también en el resto, pero me parece que no caerá esa breva).
¿Por qué? Pues porque en España somos más chulos que un ocho y nos venimos arriba con las dificultades. Llega la crisis y nosotros nos ponemos a apechugar con toda dignidad. Dejamos los gestos de romanticismo extremo para otros momentos más íntimos y nos centramos en superar la situación… justo cuando más motivos habría para dejarse llevar por la corriente negativa.
Porque sí nos hemos dejado llevar por el pesimismo, el malrollismo y el mal ambiente hasta caer en las estadísticas de países felices, pero sacamos pecho, agarramos el toro por los cuernos y no nos dejamos llevar hasta el punto de tomar decisiones sin retorno: los españoles se suicidan menos que antes, aunque sigue siendo la primera causa de muerte externa en nuestro país, por delante de los accidentes de tráfico.
Los españoles hemos optado por permanecer al pie del cañón frente a la adversidad, pero, aún así, es duro saber que casi diez personas nos abandonan voluntariamente cada día. Incapaces de salir adelante y enfrentarse a su realidad. ¿En qué les estamos fallando?

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