Hay personas a las que la vida
les da mil reveses y, aun así, aunque caigan cientos de veces, tienen capacidad
para levantarse y seguir adelante. Esa fuerza aún es más envidiable entre los
que creen en la justicia casi con un sentido divino.
Esas personas que sufren
zancadillas, no solo del destino sino de personas reales, y que se levantan
apelando al consuelo de que, al final, el tiempo pone las cosas en su sitio.
Los que pecamos de realistas
vemos en estas actitudes casi un optimismo patológico, pero en el fondo envidiamos
a esas personas porque son capaces de limar de sus vidas el rencor solo
basándose en esa quimera de imposible comprobación por la que todo quedará al
final “en su sitio”. Y, sinceramente, es más fácil vivir así que acumulando
frustraciones que solo nos llevan a ser personajes grises y amargos de compañía
dudosamente deseable.
Afortunadamente, a veces el
tiempo justiciero es un periodo relativamente breve y abarca menos de una vida.
Y permite ver que a veces las cosas vuelven a su lugar y que situaciones
injustas se resuelven antes de que el afectado desespere definitivamente y pase
al bando de los amargados descreídos.
La otra mañana me encontré con el
marido de una amiga. Parado, con un niño pequeño y con una historia detrás como
la de tantos en estos años de vacas flacas que parecen eternizarse.
Me extrañó la hora, poco más de
las ocho, y que estuviera lejos de casa, en una zona de oficinas. “¿Cómo tú por
aquí a estas horas?”. “Hace dos semanas que trabajo”. La afirmación venía
respaldada con una mirada de alivio y digno orgullo: “He vuelto a entrar en la
rueda”.
Y que personas como él, válidas,
trabajadoras y responsables, vuelvan a entrar en la dinámica del empleo me hace
pasar, aunque sea por un momento, al otro lado, al de los optimistas que
piensan que el tiempo pone las cosas en su sitio.
Y por un rato hasta olvido que la
realidad puede darnos otra bofetada en cualquier momento. A lo mejor hemos
entrado en el cambio de tendencia y ahora ya solo cabe esperar un entorno justo
en el que vayamos recuperando la estabilidad y la seguridad.
Y me pregunto, ¿qué pasaría si al
final que todo esté en su lugar solo depende de las personas? Al tiempo.
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