Con “o”. No con “a”.
Pues eso, ¿alguna vez se ha
mirado a sí mismo y ha descubierto ciertos rasgos de insociabilidad?
Por
ejemplo, ¿es de esos que prefieren comer solos mientras leen el periódico?, ¿de
los que los fines de semana permanecen desaparecidos (incluso en whatsapp)?
¿Desde el primer día de matrimonio estableció que lo de comer los domingos con
los suegros era claramente opcional con tendencia a no? ¿Siempre tiene una
excusa ante un plan propuesto en su entorno laboral/familiar/amistoso?
Si ha respondido sí a al menos
una de las preguntas, presenta síntomas que pueden hacerle aparecer a ojos de
los demás como un insociable… y usted lo lleva tan ricamente. Vamos, que le
importa un comino.
Aunque hay grados y algunos hasta
viven (¿vivimos?) camuflados en sociedad y haciendo vida normal, se avecinan
malas fechas, incluso para los casos menos graves.
Antes de que nos demos cuenta, ya
tenemos ahí la cena de departamento, la comida de empresa, la cena con los
cuñados, el roscón con los amigos, la quedada por la lotería con los del
instituto… ¡Socorro! A ver cómo hacemos para salir airosos. Y con buena cara,
por supuesto.
No, la excusa de una gripe de
cinco semanas no nos lleva a ninguna parte. Tampoco un compromiso anterior
(“Hay más días que longanizas, el día que te venga bien, hombre”, todo son
facilidades). Hay que ser valientes y afrontar.
Y así un día. Y otro. Y el
siguiente. Arriba los kilos. Arriba el colesterol. Y, para redondear, la cuenta
corriente, temblando. Porque al menos la mitad de los homenajes navideños
exigen el paso por caja y los menús del día en plena parada técnica. Por todo
lo alto.
¿Aguantar al compañero pesado con
dos vinos de más? ¿Oír que su cuñado gana más, trabaja menos y que se lo
recuerde en dos de cada tres intervenciones? ¿Constatar que los compañeros del
instituto tienen más pelo y menos tripa?...
Si usted no era insociable al
empezar a leer estas líneas, quizás llegado este párrafo ya se lo esté
replanteando.
Un consejo: no es el momento. La
cosa es inevitable e inminente así que relájese, engorde y disfrute. Ya llegará
la hora del desquite.