jueves, 14 de marzo de 2013

¿Te imaginas?



He empezado a escuchar la noticia. Apenas he oído las primeras palabras. Algo así como: “El ministro afirma que el crecimiento económico empezará en el segundo semestre”.

No sé si hablaba del PIB, de la producción en una fábrica andorrana o de Europa. Porque he desconectado, qué poco cuesta desconectar y cuánto cuesta mantener la atención, y me he encontrado intentando imaginar cómo serán las cosas cuando todo esto acabe. Porque algún día acabará, ¿no?

Al margen de la duda de si esto tendrá un final (feliz), de pronto me he sentido incapaz de imaginar cómo sería todo si las cosas se parecieran algún día a como eran antes.

Porque parece imposible sacar de nuestras vidas el resquemor, el mal humor y, si te empeñas, hasta el desamor. Nos hemos convertido en personas más grises, con el ceño fruncido, el corazón encogido y el pesimismo pegado a nuestros gastados zapatos.

Hablamos de que alguien ha encontrado un trabajo con la misma incredulidad con la que antes escuchábamos que a alguien le habían tocado millones en un sorteo extraordinario. Porque ahora lo extraordinario es poder llevar una vida normal, tener unos ingresos periódicos estables y hacer planes. Los que aún pueden hacer eso son los auténticos millonarios de este triste presente.

Ahora vivimos al día. Sin gastar más de la cuenta (eso está bien), pero sin dejar siquiera espacio para la ilusión. También entre despistes he oído que ya no compramos ni el coche con ilusión. Ahora se compra todo con cabeza (y con miedo, añadiría yo).

Y al habernos quitado la ilusión, la capacidad de hacer planes, la posibilidad de trabajar, nos han quitado mucho más que si nos hubieran quitado millones. La maldita coyuntura nos ha robado la capacidad de imaginar cómo sería llevar una vida normal, sin más carga que las tribulaciones de cada uno y los problemas que conlleva cada vida.

Por eso, al final de todas esas desconexiones entre noticia y noticia, he tenido que admitir que no puedo imaginar cómo sería todo si todo fuese simplemente normal.

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