miércoles, 19 de diciembre de 2012

Incierto


Saber qué va a pasar un día cualquiera es siempre una incertidumbre. Pero saber lo que va a pasar concretamente mañana ha  dado que hablar en este año mayoritariamente aciago.
Sí, el futuro es incierto. Pero mañana puede acabar el mundo. O puede iniciarse una nueva era. O puede, sencillamente, no pasar nada. Lo curioso es ver todo lo que se ha montado alrededor de un viejo calendario maya que no había previsto la continuidad de todo esto más allá del frío, aunque poco, 21 de diciembre.
Así las cosas ha habido pirados para todos los gustos: los desesperados que esperan ansiosos que mañana sea un día realmente apocalíptico, los soñadores que creen que esto va a ser un reinicio social con mejores perspectivas que la era que se va y hasta los que se preparan para partir en un vuelo interestelar de la mano de nuestros amigos los marcianos.
Para los menos esnobs la cosa es más sencilla: algunos han invertido en sí mismos los euros destinados a regalos de compromiso (ya no merece la pena aquello de quedar bien porque conviene) y otros se han gastado lo de la lotería en bares y restaurantes, que las viandas y la buena compañía traen la alegría por sí solas y no hace falta dejarlo en manos de la malhadada fortuna. Lo que va por delante, va por delante.
Definitivamente, no preveían los mayas que nos tocara la lotería el sábado o que en estos días nos devanemos los sesos haciendo malabares para repartir equitativamente  las fiestas entre la familia política y la consanguínea.  
Sin embargo, con este carácter realista (¿pesimista o realista bien informado?) que nos caracteriza lo más probable es que mañana sea un día más y que nos despertemos otra vez pensando en la lotería, en los regalos o en el equilibrio diplomático familiar. No previeron los mayas qué poco trascendental es nuestro mundo hoy, ¿valdrá la pena que se salve tal cual?

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